viernes, 25 de junio de 2010

Copa Mundial de la FIFA Sudáfrica 2010

La Copa del Mundo es un trofeo de oro que se entrega a los ganadores de la Copa Mundial de Fútbol. Desde el inicio de la Copa Mundial en 1930, dos trofeos diferentes han sido usados: el Trofeo Jules Rimet de 1930 a 1970, y el Trofeo de la Copa Mundial de la FIFA de 1974 en adelante. El Trofeo Jules Rimet, originalmente llamado Victoria pero más tarde renombrado en honor al antiguo presidente de la FIFA Jules Rimet, estaba hecho de plata esterlina chapada en oro y lapislázuli y representaba a Niké, la diosa griega de la victoria. Brasil ganó el trofeo definitivamente en 1970, haciendo necesaria la creación de un reemplazo. El Trofeo Jules Rimet fue robado en 1983 y nunca fue recuperado...

Leyenda de la Yerba Mate

¿Por dónde podré bajar?, se preguntaba la solitaria luna paseándose por el cielo. El inmenso espacio azul le parecía una jaula y su único amigo era el aire. Lo envidiaba por su libertad para desplazarse de un lado a otro jugueteando con las nubes. Su mayor anhelo era pisar esa verde alfombra de las praderas que veía desde arriba, y dejarse resbalar por las colinas que descendían hasta un profundo y misterioso manchón azul.
-Quiero conocer ese otro cielo que tienen abajo -le contó al aire. No es el cielo, mi amiga -silbó él-, es el mar. Se acrecentaron sus deseos y en un ataque de mal genio gritó:
¡Quiero bajar! ¡Quiero bajar!
Una estrella peleadora le dijo:
-¿Para qué formas berrinche? Eres centinela de la noche y no puedes dejar tu puesto.
Al verla llorar lágrimas de plata, las nubes se pusieron de acuerdo. Ellas la comprendían, porque en sus viajes siempre admiraron la tierra.
–Te vamos a ayudar para que no se note tu ausencia -le dijeron-. Cada una de nosotras colgará sutiles gasas de neblina y entre todas formaremos un telón, que dejará la noche más oscura que boca de lobo.
-¿Qué es eso? -preguntó ingenuamente la luna.
El arco iris prestó su escala de siete colores, y la luna, con una capa negra, un aderezo de tules y una coronita de estrellas, como una reina, bajó orgullosa. La tierra le abría al fin sus brazos amorosos, sus lagos y sus abanicos de palmera. La primera sensación que experimentó fue la de volar, de ser libre como un pájaro, hasta que sus pies tocaron unas agrestes colinas cubiertas de vegetación, entre las que cantaba el río Paraná. Se volvió niña, fascinada por las flores y los perfumes. Al mirarse en las aguas, su cara redonda le pareció demasiado pálida entre los coloreados frutos. Hubiera querido ponerse trenzas y parecer una campesina. Leer más..

Una estrella fugaz en el cielo

Había una vez una estrella pequeña, alegre, juguetona e inquieta pero que a su vez era desobediente, pues muchas veces no hacía caso de las indicaciones que le daba sus papás.
Existía una advertencia que era sabida por todas las estrellas pequeñas: no salir de casa a pasear por el firmamento sin estar acompañados por una estrella mayor, para ser guiados en medio de la vía láctea.
La estrella pequeña que muy bien sabía de ello, le daba mucha curiosidad por hacer sola un viaje por el firmamento, que le permitiera ir mucho más allá de lo impensable: ¿Cómo será darse una vuelta de un planeta a otro? ¿Qué será de Júpiter? ¿Podré girar en los satélites de Saturno? ¿Podré visitar la Tierra?
Con tantas y más preguntas emprendió un largo viaje interplanetario, salió de casa, sin que sus padres se dieran cuenta, enrumbó volando velozmente, disfrutando con muchas vueltas por miles y miles de estrellitas que dormitaban en media noche.
- ¡ Ahhh, esto si que es vida! Volar sin control, sin que nadie me reclame, ¡es lo máximo! –se decía así la estrellita que quería sentirse como la estrella más grande.
Así es, como volando muchas horas pudo ver de cerca a casi todos los planetas, solo le faltaba el planeta tierra, que al encontrarlo muy emocionada se fue enseguida a toda viada, tan pero tan rápido que perdió el control, Seguir leyendo...

sábado, 12 de junio de 2010

LA VOZ DE MI CONCIENCIA

Bonifacio era un hombre que había pasado la mayor parte de su tiempo, tratando de instruirse a su manera para llegar a ser un hombre feliz. Él se consideraba muy sabio, pero como su sabiduría no era modesta ésta no cumplía con su objetivo. Al principio, con el dinero que ganaba le iba bastante bien, pero como le entró la ambición de querer ganar cada vez más, esto lo llenaba de angustias y pesares. Un día comenzó a sentir que algo le sucedía, porque el vacío que llevaba su corazón comenzó a manifestarse ya en él hasta el punto de desesperarlo. Y sintiendo que pisaba fondo, sin saber ya qué hacer, se quedó dormido. Y soñó que se encontraba parado en un lugar desconocido para él.

Y exclamó:
- ¿Qué lugar es este?, –se dijo–, ¿cuánta oscuridad hay aquí? Dios mío, ¿qué me está sucediendo? ¿Me estaré volviendo loco? O quién sabe, estoy soñando y no lo sé.
─ Bueno –le contestó una voz muy lejana a él–, tú estás soñando pero vas a despertar cuando comprendas que la vida no era como tú la entendías..leer más

LA MISIÓN DEL COLIBRÍ

La misión del colibrí - Leyendas peruanas - Literatura de América.
Cuentan que hace muchísimos años, una terrible sequía se extendió por las tierras de los quechuas.
Los líquenes y el musgo se redujeron a polvo, y pronto las plantas más grandes comenzaron a sufrir por la falta de agua.
El cielo estaba completamente limpio, no pasaba ni la más mínima nubecita, así que la tierra recibía los rayos del sol sin el alivio de un parche de sombra.
Las rocas comenzaban a agrietarse y el aire caliente levantaba remolinos de polvo aquí y allá.
Si no llovía pronto, todas las plantas y animales morirían.
En esa desolación, sólo resistía tenazmente la planta de qantu, que necesita muy poca agua para crecer y florecer en el desierto. Pero hasta ella comenzó a secarse.
Y dicen que la planta, al sentir que su vida se evaporaba gota a gota, puso toda su energía en el último pimpollo que le quedaba.
Durante la noche, se produjo en la flor una metamorfosis mágica. Con las primeras luces del amanecer, agobiante por la falta de rocío, el pimpollo se desprendió del tallo, y en lugar de caer al suelo reseco salió volando, convertido en colibrí.
Zumbando se dirigió a la cordillera. Pasó sobre la laguna de Wacracocha mirando sediento la superficie de las aguas, pero no se detuvo a beber ni una gota. Siguió volando, cada vez más alto, cada vez más lejos, con sus alas diminutas.
Su destino era la cumbre del monte donde vivía el dios Waitapallana.
Waitapallana se encontraba contemplando el amanecer, cuando olió el perfume de la flor del qantu, su preferida, la que usaba para adornar sus trajes y sus fiestas. Pero no había ninguna planta a su alrededor.
Sólo vio al pequeño y valiente colibrí, oliendo a qantu, que murió de agotamiento en sus manos luego de pedirle piedad para la tierra agostada. leer más

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